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‘A música do futebol’

Alberto Cabello 3 de outubro de 2021

Dicen que en Brasil sólo hace falta una caja de cerillas para hacer samba y media pelota de trapo para jugar al fútbol. El balón ha sido fuente de inspiración de la música brasileña desde principios del siglo XX. Además de esconder algún lugar oscuro como aquel capitán de la ‘canarinha’ del ‘Maracanazo’ que acabó siendo censor de canciones durante la dictadura militar.

A música do futebol

 

Con Joao Gilberto como gurú musical, una cuadrilla de jóvenes transformó el panorama musical brasileño a finales de los años 60 y comienzos de los 70. Eran los Novos Baianos, cuya alineación titular estaba compuesta por Moraes Moreira, Baby Consuelo, Pepeu Gomes, Paulinho Boca de Cantor, Dadi y Luiz Galvao. La plantilla se completaba con músicos de sesión que iban y venían a la comuna campestre que el grupo organizó en Jacarepaguá, al oeste de Río de Janeiro. Componían canciones, criaban a sus hijos y no dejaban pasar una tarde sin jugar un partido de fútbol (uno de sus discos tiene el título de ‘Novos Baianos Fútbol Club’). Esta banda puso a hervir en un perol, al que la dictadura militar no le quitaba el ojo, el movimiento tropicalista y la contracultura ‘hippy’ de la época. El caldo resultante originó una música que combinaba ritmos tradicionales, como el forro, el frevo o el afoxé, con el rock and roll.

El periodista Beto Xavier, en su libro ‘Futebol no país da música’, compara a estos revolucionarios brasileños con la ‘Naranja Mecánica’ holandesa que en aquellos años jubiló los viejos manuales de táctica e impuso su fútbol total: “Todos defendían y atacaban musicalmente juntos y al mismo tiempo, eran una verdadera comunidad”. Dicen que en Brasil sólo hace falta una caja de cerillas para hacer samba y media pelota de trapo para jugar al fútbol. Sus mejores vocalistas e instrumentistas se han inspirado en el once contra once para sus composiciones y han usado metáforas relacionadas con el juego para explicar, por ejemplo, la relación entre dos amantes que no se ponen de acuerdo: “Ella insiste en el cero a cero y yo quiero el uno a uno”, escribió Djavan en una de sus canciones más conocidas, ‘Se’.

“TODOS DEFENDÍAN Y ATACABAN MUSICALMENTE JUNTOS Y AL MISMO TIEMPO, ERAN UNA VERDADERA COMUNIDAD”

O han versificado sobre aspectos técnicos tales como las virtudes de un buen defensa, descritas por Jorge Ben Jor en ‘Zagueiro’: “No se puede ser demasiado sentimental. Tiene que ser sutil y elegante. Tener sangre fría, creer en sí mismo, defender con picardía e ir por todas las pelotas divididas”. Son apenas un par de muestras de un cancionero que podría llegar al millar de títulos. Jorge Ben, Wilson Simonal, Jackson do Pandeiro, Milton Nascimento, Neguinho da Beija-Flor… cuentan como algunos de los artistas más futboleros. Otro es Joao Bosco que escribió esta estrofa: “Aprendí que la alegría del que está apasionado es como la falsa euforia de un gol anulado”. La primera referencia histórica de una composición con esta temática se remonta a 1913, una polca titulada ‘Football’ (aún el vocablo inglés) compuesta por Francisco de Oliveira Lima y grabada por Odeon. Pero fue con ‘Um a zero’, un tema instrumental creado por Pixinguinha y Benedito Lacerda en 1919 cuando la conexión entre balón y el pentagrama se hizo popular. Ese año, Río de Janeiro fue la elegida como sede del tercer campeonato suramericano. Las selecciones de Argentina, Chile, Uruguay y la anfitriona se dieron cita en la entonces capital brasileña para disputar el cuadrangular.

ESE AÑO, RÍO DE JANEIRO FUE LA ELEGIDA COMO SEDE DEL TERCER CAMPEONATO SURAMERICANO. LAS SELECCIONES DE ARGENTINA, CHILE, URUGUAY Y LA ANFITRIONA SE DIERON CITA EN LA ENTONCES CAPITAL BRASILEÑA PARA DISPUTAR EL CUADRANGULAR.

‘Canarinhos y celestes’ acabaron igualados a puntos por lo que hubo que decidir el campeonato en un partido de desempate. La expedición charrúa estaba de luto por la muerte, dos semanas antes, de su portero Carlos Chery por el estrangulamiento de una hernia durante el partido contra Chile. Aún sin la tanda de penaltis, ambas escuadras jugaron dos prórrogas de 30 minutos para ‘a música do futebol’  decidir el vencedor. Brasil ganó en ese encuentro su primer título internacional con un gol de Arthur Friedenreich en el minuto 122. Esa fue la inspiración de ambos compositores para crear la melodía, a la que años después puso letra Nelson Angelo: “A velha história desse esporte, Começou na Inglaterra, E foi parar no Japão, Habilidade, tiro cruzado, Mete a cabeça, toca de lado, Não vale é pegar com a mão” (aún había que explicar que el uso de las manos estaban prohibidas en este juego).

Ese 29 de mayo de 1919 representa la explosión del fútbol en Brasil. El Gobierno permitió que los bancos y los comercios de Río cerraran el día del partido, las botas de los jugadores fueron expuestas en una de las tiendas más famosas de la ciudad durante casi una semana; el impacto en Río fue tan grande que el periódico ‘A Rua’ publicó: “Antes del campeonato, el fútbol aquí era una dolencia, ahora es una gran epidemia, una tos crónica en la ciudad de la que nadie escapa”. Paulo Luna, en su libro ‘A compasso da bola’, narra cómo los aficionados que acudieron al estadio de Laranjeiras festejaron la victoria entonando una canción de Luis Nunes Sampiao, cuya letra incluía a los jugadores más destacados de aquella alineación: Marcos, Pindaro, Bianco, Sergio I, Amilcar, Galo, Menezes, Neco, Friedenreich, Haroldo, Arnaldo, Fortes, Millon y Heitor Domingues.

A música do futebol
Ilustração: Álvaro Valiño.

‘A COMPASSO DA BOLA’, NARRA CÓMO LOS AFICIONADOS QUE ACUDIERON AL ESTADIO DE LARANJEIRAS FESTEJARON LA VICTORIA ENTONANDO UNA CANCIÓN DE LUIS NUNES SAMPIAO

Ese es el punto de partida de esa íntima relación, que en el caso del grupo Novos Baianos llegó a ser interpretada desde el prisma filosófico y antropológico. En sus trabajos, el fútbol aparece, además de como entretenimiento, como un aspecto que determina el concepto de “brasileidad”, lo mismo que la samba. De las diez canciones que forman el disco ‘Novos Baianos F.C.’, cinco tienen alguna referencia futbolera. Por supuesto, la portada representa al grupo como un equipo posando para los fotógrafos antes de un encuentro. En sus letras, se acentúa su función de interacción social, que permitía a la comuna musical promover la unidad y resolver los problemas siempre desde una perspectiva colectiva y de grupo. Paulinho Boca de Cantor resume así la convivencia: “Por supuesto, los Novos Baianos también tenemos problemas. Dos personas que viven juntas chocan, así que imagine 20 chicos que viven juntos y que no les gusta de ninguna manera que nadie les corte. Ahora, ocurre lo siguiente, ya sabemos que el problema tiene que ser resuelto sin que perdamos la cabeza.

Cuando estamos jugando al fútbol vemos esto. A veces estamos ganando dos a cero, otro día tres a cero, pero de repente empezamos a discutir entre nosotros en el centro del campo y perdemos el partido”. ¿Cómo explicar este nexo entre la pelota y la canción? La mayoría de sociólogos que han tratado este asunto señalan que ambos fenómenos son consumidos por el mismo público, tuvieron las mismas raíces sociales y fueron los muelles sobre los que las clases más humildes cogieron impulso para alcanzar un mejor status. La profesionalización del fútbol a partir de los años 30 y de la música, gracias a los nuevos métodos de grabación de discos, junto con la popularización de la radio coincidió en el tiempo en Brasil. Todo ello promovió un cambio de actitud hacia estas actividades, se dignificaron: la costra de desdén asociada a ganarse la vida como futbolista, cantante o instrumentista se transformó en una epidermis más democrática. Fútbol de todos y para todos; fueran negros o mulatos puesto que ganar se convirtió en el alfa y el omega, cualquiera era bienvenido si garantizaba mejorar el nivel del equipo, por lo que la postilla del racismo también quedó erradicada. El escenario en el que se apuntaló esta revolución fue el Mundial de 1950. Hubo quien escribió que después del río Amazonas lo segundo más grande que ha existido en el país es el estadio de Maracaná.

Allí, 150.000 espectadores corearon la ‘marchinha’ de Carnaval, ‘Touradas de Madrid’, compuesta por Braguinha en 1938 y cantada por Carmen Miranda. La letra cuenta la historia de una brasileña que llega a Madrid a ver una corrida de toros y allí la intentan convencer para que toque las castañuelas, pero ella se niega alegando que lo que quiere es samba; una canción elegida con guasa para el día en el que la anfitriona goleó a España por 6-1. Chico Buarque escuchó todo aquello a través de Radio Panamericana, tenía entonces 6 años, y aunque nació en Río de Janeiro se había trasladado con sus padres a Sao Paulo, donde asistió al encuentro de la primera fase entre Brasil y Suiza en el campo de Pacaembú.

A música do futebol

EL CAPITÁN DE LA ‘CANARINHA’ EN ESE PARTIDO ERA UN TAL AUGUSTO DA COSTA, DEFENSA DEL VASCO DA GAMA, FUTBOLISTA Y A LA VEZ FUNCIONARIO PÚBLICO. BUARQUE, QUE PASADOS LOS AÑOS SE CONVIRTIÓ EN UNO DE LOS TÓTEMS DE LA MÚSICA BRASILEÑA, COMPUSO EN 1975 UNA CANCIÓN TITULADA ‘TANTO MAR’

El capitán de la ‘canarinha’ en ese partido era un tal Augusto da Costa, defensa del Vasco da Gama, futbolista y a la vez funcionario público. Buarque, que pasados los años se convirtió en uno de los tótems de la música brasileña, compuso en 1975 una canción titulada ‘Tanto mar’, en la que jaleaba la Revolución de los Claveles que había acabado con la dictadura portuguesa en 1974. La ventana de libertad abierta en Lisboa todavía tardaría 11 años en abrirse en la antigua colonia; el régimen militar no iba a permitir que la sociedad brasileña se contagiara de ese mismo espíritu y puso en marcha la podadora de la censura para darle un tajo a la canción. El censor encargado de cambiar la letra fue el mismo Augusto da Costa, que llevó el brazalete de la ‘verde amarelha’ durante todo el Mundial del 50. “Si Da Costa hubiera defendido en la final a los delanteros uruguayos tan bien como me ha marcado a mí, quizás hubiéramos ganado la Copa”, ironizó Chico Buarque. Las presiones obligaron al músico a exiliarse durante un tiempo en Italia.

En Roma hizo de guía de Garrincha, que acompañaba a su mujer, la cantante Elza Soares, en su gira por Europa. Además del ángel de las piernas torcidas, otro extremo, pero en la banda contraria, es uno de sus grandes ídolos: Canhoteiro (‘zurdito’ en portugués), integrante de una delantera mítica del Santos: Maurinho, Dino Sani, Gino, Zizinho y Canhoteiro. De él se cuenta que su padre le ataba la pierna derecha al pupitre para que estudiara y se olvidara del fútbol, pero él se las ingenió para hacer pelotas con bolas de papel con las que aprendió a usar la izquierda o que antes de los partidos pedía una café y después de bebérselo hacía toques con la taza sin dejar que cayera al suelo, cuentan que hasta 500. A este genio, Fagner y Zeca Baleiro le compusieron una canción. En su etapa de exiliado es cuando Chico Buarque compone ‘Dios los bendiga’ (1971), en la que critica la utilización que del fútbol hace el gobierno militar: “Por este pan para comer, por este suelo para dormir. Por el certificado de nacimiento y la concesión para sonreír. Por dejarme respirar, por ser yo, por el placer de llorar. Por la broma en la barra del bar y por el fútbol para aplaudir… Dios los bendiga).

A música do futebol

Chico es un “futbólatra”; ha estado relacionado con este deporte a través de multitud de prismas, además de ser un tema constante en sus letras (la canción O Futebol, es una oda a este juego), aunque siempre reconoce que le hubiera gustado componer más canciones de este pelaje. Por contrato, la empresa promotora de sus giras fuera de Río debía organizar un partido amistoso en todas y cada una de las ciudades en las que ofrece un concierto. En más de una se hacía pasar por futbolista: “Oiga, usted es futbolista, ¿no?, le preguntó una vez un taxista”. “Sí, yo estuve en el Mundial del 82, era el suplente de Sócrates”. Desde pequeño fue un fanático del fútbol con botones, creó su equipo imaginario el Politheama (que significa mucho espectáculo en griego), al que ponía a competir en los campeonatos paulista o carioca contra el Sao Paulo, Flamengo, Fluminense, Botafogo… El sueño del niño se hizo realidad unos años más tarde: se convirtió en el delantero centro del Politheama, un club que disputaba sus partidos en el Centro Recreativo Vinicius de Moraes (otro icono de la música local) al oeste de Río. Por ese campo pasaron Pelé, Zizinho, Nilton Santos, Tostão, Zico, Júnior, Leandro, Reinaldo, Sócrates, Romario o Ronaldo. No hace falta ser muy astuto para adivinar quién fue el autor del himno: “Politheama, Politheama, o povo clama por você. Politheama, Politheama, cultiva a fama de não perder”.

** Este texto não reflete, necessariamente, a opinião do Ludopédio.
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Como citar

CABELLO, Alberto. ‘A música do futebol’. Ludopédio, São Paulo, v. 148, n. 4, 2021.
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