La historia de la Asociación Deportes y Fútbol Libre de Bariloche es una metáfora del crecimiento urbano que la otrora “Suiza argentina” experimentó en las tres últimas décadas. Claro que no es una historia tradicional, esas que tienden a mostrar un Bariloche de postal, asociada a los pioneros de origen europeo. Nada más lejos de la realidad. El autor, con singular maestría, pone al descubierto una cara menos conocida de la ciudad: esa que está en los márgenes o, mejor dicho, en el “Alto”. La historia de los equipos que fueron formando la Asociación es la historia de los barrios se fueron abriendo paso en la periferia; es una historia de sociabilidades populares, con un fuerte anclaje territorial. Y es precisamente este aspecto lo que permite a Nestares realizar una aproximación al siempre complejo mundo de las identidades. No es este un tema nuevo en la historiografía norpatagónica, aunque sí la provocativa hipótesis que vertebra alrededor del tema: desde su mirada, coincidente con autores de la talla de Hobsbawm, ser parte de un club, sea como jugador o simpatizante, era una forma de inscripción al interior de una ciudad que extendía sus límites y en una sociedad que, en su mayor complejidad, se volvía un mosaico. Ser hincha de un club constituía una forma de fijar una ciudad cuyos límites eran todavía difusos y cuya sociedad no dejaba de comportarse de forma magmática.