El Niño de Atocha, imagen ubicada en una iglesia de la Ciudad de México, es transformado durante ciertos partidos de la selección mexicana de fútbol en el seguidor número 12 al ser vestido como jugador. Así resulta concebido, por los creyentes que participan de su transformación, de manera divergente a la deseada representación pregonada por la Iglesia católica para las imágenes religiosas, más bien se convierte en una real encarnación metonímica de los incondicionales del seleccionado; condensación temporal de la nación vívida mediante el uso de la imaginería religiosa.
Palabras clave: Fútbol, Nación, Religiosidad, Imaginería