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La historia no contada de Osasuna

Eduardo Bravo 1 de outubro de 2023

Los cien años del club navarro han servido para recuperar la memoria del club silenciada por la guerra, la dictadura e ignorada en democracia. Un club singular entre cuyos fundadores cayó todo el peso de la represión franquista.

La historia no contada de Osasuna

Fundado en octubre de 1920, Osasuna y sus aficionados han celebrado recientemente su centenario. Entre las iniciativas surgidas al hilo de esta conmemoración está la publicación de dos libros: ‘Rojos. Fútbol, política y represión en Osasuna‘ de Mikel Huarte Alzueta (Txalaparta, 2020) y ‘Ramón Bengaray: Osasuna y República‘ de Esther Aldave Monreal (Katakrak, 2020) en los que, además de repasar la historia de la entidad, sus autores reivindican las figuras de jugadores, aficionados, trabajadores y directivos cuyas vidas fueron borradas de la historia del club por la Guerra Civil y el franquismo. Si bien la dictadura impidió cualquier posicionamiento ideológico que no fuera el hegemónico, la lectura de ambos títulos demuestra que la historia del club fue más plural y rica que la transmitida por la versión oficial.

“En el caso de Pamplona las primeras referencias del fútbol aparecen en 1900. En el Colegio Huarte, el primer centro laico de corte liberal de la ciudad, un alumno de nombre Ignacio Emparan, de regreso de País de Gales, introdujo a sus compañeros en el nuevo juego”, explica Mikel Huarte. A partir de esa fecha surgieron en Pamplona infinidad de equipos de fútbol, como Pamplona FC, Puching, Racing, El Rayo, Amaya, Vasconia, La Deportiva, “hasta llegar a 1920, año de fundación de Osasuna. Todo ese proceso duró alrededor de 20 años y estuvo protagonizado por chavales que hoy llamaríamos “pijos”, pues no hay más que fijarse en las profesiones de aquellos fundadores: abogados, jueces, comerciantes, algún famoso biólogo…”.

La historia no contada de Osasuna
SAN JUAN» Partido Osasuna vs Alavés, 1931. Foto: Fondo Galle, Gobierno de Navarra

El nuevo deporte era visto por gran parte de la ciudadanía como una excentricidad propia de señoritos chiflados. Sin embargo, hacia la década de 1930, esa percepción cambió: el fútbol comenzó a ser practicado por las clases populares y fueron las oligarquías las que se mostraron críticas con ese deporte. “Un periodista que firmaba con el pseudónimo de Garcilaso publicó en el Diario de Navarra una crítica contra los que practicaban fútbol. Los consideraba indecorosos por ir en pantalón corto y renegar de las tradiciones como la pelota vasca. Lo de menos era que, unos años antes, el propio Garcilaso hubiera alabado la creación de un equipo de fútbol apoyado por la aristocracia local”, comenta Huarte.

A pesar de esas críticas, las clases populares se aficionaron rápidamente al fútbol, entre otras cosas porque, como explica Esther Aldave, “se podía practicar con pocos medios, apenas un balón y un terreno abierto. Además era un deporte de grupo, algo ciertamente novedoso y que permitía generar o consolidar relaciones al margen del trabajo y de la familia. Por otra parte, durante la década de 1920, algunos logros en materia de derechos laborales y sociales, como la jornada de ocho horas a partir de 1919, permitieron que las clases populares disfrutaran de él y, en cierta manera, se lo apropiasen como símbolo de identidad y hermanamiento”. Tampoco hay que olvidar, como apunta Huarte, que “durante la dictadura primoriverista los campos de fútbol se convirtieron en espacios libres en los que se hablaba de política y donde la gente podía expresarse”.

A la hora de buscar un nombre, los fundadores decidieron alejarse de la influencia anglosajona y apostar por un término en euskera. Entre los propuestos estuvieron Gogorrak (los fuertes), Lagun Artean (entre amigos), Indarra (fuerza) y Osasuna (salud, vigor).

APOLÍTICO, CON EL PUEBLO
Osasuna surgió en el Café Kutz de Pamplona de la fusión de otros dos clubes que existían previamente: el Sportiva Foot-ball Club y el New Club. A la hora de buscar un nombre, los fundadores decidieron alejarse de la influencia anglosajona y apostar por un término en euskera. Entre los propuestos estuvieron Gogorrak (los fuertes), Lagun Artean (entre amigos), Indarra (fuerza) y Osasuna (salud, vigor). Tras decantarse por este último, eligieron el rojo como color de la bandera, bien por ser ese el del escudo de la región, bien por las simpatías políticas de varios de sus fundadores. Como escribió el periodista Marcos Aizpún, hermano del primer presidente del club, en el diario Democracia promovido e impreso por Ramón Bengaray, “Osasuna es del pueblo, su bandera es exclusivamente roja, así lo quisieron sus fundadores, nunca fue un club amigo de la realeza”. Para Mikel Huarte, esta declaración de principios está relacionada con que “la directiva del club en esa época estaba copada por republicanos de izquierdas y tanto Josetxo Navaz como Augusto Vizcarra, los dos primeros presidentes de Sportiva, fundadores también de Osasuna y con cargos directivos durante los primeros años, pertenecían al Partido Comunista”.

 

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VÍCTIMAS» Vicente Rey (i), Emilio Urdíroz (c) y desconocido (d). Rey y Urdiroz, masajista y entrenador-jugador respectivamente en el ascenso a primera en 1935, fueron encarcelados y estuvieron en campos de refugiados en Francia, Filo, hermano de Emilio, que jugó tres partidos con Osasuna, lo asesinaron, Fondo Galle, Gobierno de Navarra

No obstante, conscientes de la oposición social que podría provocar que la entidad optase por un posicionamiento ideológico nacionalista y de izquierdas, en los estatutos se recogió expresamente que el club no tenía adscripción política, lo que no impidió que, desde el principio, se estableciera un estrecho vínculo con las clases populares. “Al margen de ser una sociedad deportiva, siempre mantuvo una implicación en la vida de la ciudad. Es el caso, por ejemplo, de los homenajes a la vejez que se realizaban anualmente en Pamplona.

En julio de 1930, por ejemplo, se celebró un campeonato en el que participó Osasuna a beneficio del Patronato Navarro de Homenajes a la Vejez y en el que también tuvo un importante papel Ramón Bengaray”, explica Aldave. Huarte añade la actitud del club tras la explosión de un almacén de dinamita en el barrio pamplonés de la Rotxapea en el que fallecieron siete personas: “El impacto cobre la ciudad fue tremendo. Eran vísperas del 1 de mayo y tanto el mitin como la manifestación se tornaron en duelo popular. Los trabajadores fueron claros en su denuncia ante las autoridades por permitir un almacén de este tipo en pleno barrio obrero. La manifestación entregó las tradicionales reivindicaciones en la Diputación mientras la banda de música municipal interpretaba la Internacional y Osasuna se ofreció al consistorio pamplonés para jugar un partido para recaudar fondos para las víctimas de la explosión aunque, finalmente, los que se enfrentaron en ese encuentro fueron Denak Bat (Todos Uno), escisión reciente de Osasuna, y La Deportiva”.

 

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FRONTÓN» Niños de la Sociedad “Salud y Cultura”, vinculada a la UGT, su secretario de masas era Filomeno Urdíroz, portero de Osasuna, Frontón Euskal Jai, Pamplona, mitin, probablemente febrero 1936.

A pesar de esa falta de adscripción política del club, durante los años 30, la Junta directiva de Osasuna estuvo compuesta por personas muy vinculadas al republicanismo de izquierdas. Un hecho que hizo que el golpe militar del 18 de julio de 1936 tuviera especial impacto en el club. “Resulta muy significativa y desconcertante a la vez, la mezcla de fútbol, fiesta y alegría que se dio en Pamplona en los meses de junio y julio de 1936”, comenta Mikel Huarte.

El 7 de junio Osasuna venció en semifinales de la Copa al Barcelona por 4-2, en un escenario en el que coincidieron los que, un mes más tarde, acabarían siendo víctimas y victimarios. Apenas unas semanas después, tras 12 días de Sanfermines, el 19 de julio Pamplona se convirtió en el kilómetro cero del golpe. En esa fecha los carlistas tomaron la Plaza del Castillo, los falangistas asaltaron la sede de Izquierda Republicana, el Centro Vasco, el diario La Voz de Navarra y fue detenido el alcalde de Estella y fundador de Osasuna, Fortunato Aguirre. Había avisado al Gobierno de las maniobras golpistas de Mola, alertado de que el Monasterio de Iranzu se estaba utilizando como arsenal de armas y fue asesinado en Tajonar”.

 

La historia no contada de Osasuna
REPÚBLICA» En el centro, traje claro, Ramón Bengaray, junto a republicanos de izquierdas navarros, a su izquierda Mariano Ansó, había sido alcalde Pamplona y Ministro en Madrid, aparece la diputada Victoria Kent, aquel día suspendieron el mitín de IR en el Esukal Jai, Pamplona, septiembre de 1935.

A pesar de no haber tenido frente de guerra, los efectos del conflicto y la represión fueron especialmente cruentos en Navarra. “Se manifestaron en forma de represión calculada, de ahí su gran alcance y dureza”, relata Esther Aldave. “De hecho, si no existió frente de guerra fue porque los golpistas resultaron automáticos vencedores en Navarra al no encontrar resistencia. Controlaron rápidamente las instituciones, los pueblos y los caminos, lo cual facilitó la persecución y asesinato de miles de personas de izquierdas que, por encontrarse en minoría, no pudieron organizarse ni defenderse”, añade.

REPRESIÓN Y OLVIDO
Se calcula que más de 3.000 personas fueron asesinadas durante la Guerra Civil en Navarra, provincia que, desde los primeros días del golpe, quedó en manos del bando fascista, que hizo y deshizo en todos los ámbitos de la vida social de la región, desde las instituciones, al fútbol. A partir de ese momento, Osasuna se convirtió en un apéndice más del régimen franquista.  “Aunque, es cierto que sectores del carlismo rompieron prematuramente con el Movimiento Nacional a raíz de la Ley de Partido Único y otras diferencias con Franco, el club permaneció vinculado al franquismo como la inmensa mayoría de clubes españoles”, comenta Huarte, que no olvida que también hubo excepciones. “Eso no quita que encontremos trabajadores y algunos dirigentes que no llegaron a participar de aquella maquinaria represiva, que ayudaron a quienes pudieron sufrirla o que incluso se organizaron políticamente en la lucha antifranquista”.

Se calcula que más de 3.000 personas fueron asesinadas durante la Guerra Civil en Navarra, provincia que, desde los primeros días del golpe, quedó en manos del bando fascista, que hizo y deshizo en todos los ámbitos de la vida social de la región, desde las instituciones, al fútbol.

El anarquista Lucio Urtubia, encarcelado en Pamplona por desertar del ejército, por ejemplo, fue ayudado por sus amigos futbolistas de primera división que lo visitaron en la cárcel, le llevaron comida, ropa limpia e hicieron valer su posición a la hora de interceder por él para su liberación. Sin embargo, no siempre los futbolistas de Osasuna tuvieron tanta suerte en su oposición al régimen.  “En 1958 el club fue invitado a un triangular en Caracas, embrión de lo que años más tarde acabaría siendo el Mundialito de clubes. La expedición se reunió con exjugadores que estaban allí exiliados y fueron recibidos y agasajados en el Hogar Vasco.

Al regreso, el club fue multado por no haber acudido a la Embajada española y no portar durante el torneo la bandera con el águila de San Juan. En consecuencia, tuvieron que pagar a las autoridades españolas todo lo ingresado por la participación en el Torneo, nada menos que 250.000 pesetas”, explica Mikel Huarte, que también recuerda los sucesos ocurridos a finales de los años 70 durante la conocida semana Pro Amnistía: “En pleno proceso de negociación de las leyes de autonomía, la situación social y política en Pamplona era muy tensa, con huelgas y enfrentamientos callejeros con la policía, que acabó con la vida de José Luis Cano, un joven obrero que participaba en las movilizaciones. El fin de semana siguiente, los jugadores de Osasuna salieron al campo con crespón, pero el hecho nunca llegó a trascender públicamente. La prensa era afín al régimen y a una de las personas que lo promovió no le renovaron contrato”.

 

La historia no contada de Osasuna
AFICIÓN» Campo San Juan de Osasuna, años 30. Foto: Fondo Zaragüeta, Museo Navarra.

Los homenajes y el recuerdo oficial de estas víctimas de Osasuna ha tenido que esperar más de 40 años de democracia. Un mito del club con 17 años en sus filas como José Mari Lekumberri abría el homenaje que el pasado 21 de mayo organizó el Gobierno navarro para los represaliados roijllos: “Siempre me he sentido orgulloso de pertenecer a Osasuna y más ahora después de conocer la historia no contada. Como decía el gran jugador Socrates: ganar o perder pero siempre en democracia”. Otros exjugadores como UrbanZigandaPablo GarcíaWebo o Walter Pandiani enviaron palabras de respeto por los empleados, directivos y jugadores asesinados y encarcelados en los años 30. “Sin ellos, no existiríamos”, resumieron.

Lekumberri: «Siempre me he sentido orgulloso de pertenecer a Osasuna y más ahora después de conocer la historia no contada. Como decía el gran jugador Socrates: ganar o perder pero siempre en democracia».

Además de jugadores y directivos de Osasuna, el acto contó con la participación de familiares de las víctimas, algunos de los cuales tuvieron que intervenir a través de videoconferencia desde los países en los que se exiliaron sus mayores con objeto de salvar sus vidas. Entre los testimonios estuvieron los de Amalia P. Martín Monzón, nieta de Carmelo Monzón y sobrina nieta de Jesús Monzón a los que describió como “un ejemplo de lucha por la libertad, la pasión, la valentía y coherencia con sus ideas” y Jose Weinstein, familiar de Enrique Calluela, hermano de Natalio Calluela. Weinstein, que fue ministro de Cultura y secretario de Educación en Chile destacó la importancia de un reconocimiento de estas características después de 40 años de dictadura y otros tantos de democracia y declaró emocionado: “Cuando desde Chile pensemos un club de fútbol al que seguir en España, ya lo tenemos claro: Osasuna”.

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Como citar

BRAVO, Eduardo. La historia no contada de Osasuna. Ludopédio, São Paulo, v. 172, n. 1, 2023.
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