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“¿Quién dijo que las mujeres no juegan al futbol? “Yo, no”. Nuevas subjetividades en el fútbol local: infancias

Mariana Ibarra 13 de junho de 2023

Mientras realizábamos el trabajo de campo en el marco de un torneo interprovincial realizado en Salta en el 2017, jugaban instancias de clasificación el club Pellegrini (Salta) contra Las Pumas (Mendoza). Las cualidades técnicas de las mendocinas llamaron mi atención y, en un pensamiento en voz alta, expresé una pregunta que se pretendía retórica y hasta provocadora, en el gesto del dedo levantado: “¿quién dijo que las mujeres no juegan al fútbol?”. En ese momento, una voz pequeña e inesperada me respondió con indignación: “yo, no”. Me volteé a mirar a mi hija, quien en ese entonces tenía tres años y con quien, desde los dos, veníamos recorriendo canchas, entrenamientos y viendo partidos protagonizados por mujeres. En términos de Jesús Martín Barbero, diríamos que fue un momento de escalofrío epistemológico, ese instante donde el conocimiento se vuelve pregunta y nos interpela. ¿Por qué esa respuesta? ¿Qué estábamos mirando mi hija y yo? Pues estaba trasladando a una nena de tres años, con un transitar diferente al mío y seguramente al de muchas de las futbolistas que estaban en ese momento jugando, el prejuicio de que el fútbol no era posible para las mujeres. Sus ojos, en ese breve pero intenso trayecto por la vida, habían visto lo contrario a mi experiencia: muchas mujeres jugando. De allí que su afirmación, en relación a que ella no tenía nada que ver con mi “acusación”, cobraba sentido, no tenía el prejuicio instituido.

Este cambio en la subjetividad de las infancias, más allá de este caso particular, da cuenta de algunos cambios culturales en los últimos años, que dan cuenta de la emergencia de nuevas representaciones en torno a lo que implica ser futbolistas y también ser reconocidas como tales. En este caso, me detendré en la experiencia de las jugadoras de la liga local de Salta, una ciudad ubicada al norte de Argentina. A partir de un trabajo de campo, una encuesta sociodemográfica y entrevistas en profundidad buscamos conocer las ls continuidades y/o rupturas en el campo futbolístico durante las trayectorias de las deportistas.

Al analizar el estudio sociodemográfico nos llamó la atención los años que llevaban jugando al fútbol las jugadoras encuestadas, puesto que, en algunos casos superan los veinte. Es decir, este dato daba cuenta de todo un recorrido por afuera de ámbitos formales, detrás del proceso de legitimación institucional de la práctica habían años de invisibilidad. Si no fue en los clubes, ¿dónde se formaron? ¿Qué espacios estuvieron habilitados?

Mientras que el fútbol representa un espacio de socialización en el que los niños inician su camino hacia la conversión en “hombres”, no opera del mismo modo para las niñas quienes tienen otras tareas socialmente asignadas/permitidas. Esto aparece con claridad en los casos retomados, donde la mayoría de nuestras interlocutoras, manifiestan que su ingreso a la práctica estuvo habilitada por concesiones de varones que, en sus propias familias, en la escuela o el ámbito barrial permitieron el acceso a un espacio que entienden de su propiedad.

Ortner (1984) se cuestiona cómo la práctica da forma al sistema y plantea dos consideraciones al respecto. Por un lado, señala cómo la práctica reproduce al sistema y, por otro, cómo el sistema puede ser cambiado por la práctica. En este marco, nos interesa focalizar nuestra reflexión. En el caso del fútbol, ¿qué sistema se reproduce a través de la práctica deportiva y qué desigualdades reproduce? Lo que aparece como reproducción es un modelo de sociedad heteronormativa puesto que el fútbol “se relaciona con la construcción de un orden y un mundo masculino, de una arena, en principio, reservada a los hombres (…) En América Latina el fútbol es un mundo de hombres, es un discurso masculino con sus reglas, estrategias y ‘su moral’” (Archetti, 1985, p. 78). Dentro de este esquema la participación de las mujeres no representaba una opción posible o legitima, ni mucho menos para otras sexualidades.

Carmen Diez Mintegui (1996) señala que desde los primeros años se realiza una división entre “los juegos de niños” y “juegos de niñas”, lo que a su vez reproduce roles socialmente establecidos. Ahora bien, si tal como planteamos, el fútbol opera como uno de los primeros espacios de socialización de los niños donde construyen su masculinidad ¿qué ocurre con las niñas? ¿Qué rol juega el deporte como espacio de socialización e inclusión? ¿Qué efectos produce la lógica masculina con la que se construyó el fútbol para la inclusión/exclusión de niñxs?

El caso de la Liga local de Salta da cuenta de un proceso creciente del fútbol femenino en la ciudad y las dificultades que se imponen cuando un ritual no fue destinado desde su concepción a las niñas. Si bien, el fútbol femenino arranca a partir del 2008, la implementación de la categoría sub 18 se recién en el 2015, ante la cantidad de jugadoras menores de 18 años que se iban sumando a los planteles. Los datos de la encuesta inicial aportaban cómo un número importante de adolescentes debían competir con jugadoras superiores en edad y trayectoria, puesto que no tenían divisiones inferiores acordes a sus edades.

Dentro de la invisibilidad que cobran las mujeres en este espacio masculinizado, las infancias aparecen como un sector aún más postergado. Puesto que, en el mejor de los casos, deben esperar hasta ser adolescentes para poder participar de un torneo oficial sub18, mientras van experimentando diferentes acciones para poder ingresar a un campo que les pone trabas constantes.

Por fuera de la liga oficial identificamos algunas experiencias puntuales en las que el fútbol femenino infantil fue adquiriendo cierta institucionalidad y sistematicidad, tales como: a nivel nacional, los Juegos Evita que tras ser reanudados en el 2004, al fútbol femenino en la categoría sub 14, y un año después se suma la categoría sub 16. En el ámbito local nos encontramos con dos experiencias significativas: el torneo Cebollitas y el torneo AFIN.  Respecto a los Cebollitas se trata del certamen de fútbol infantil más importante de la provincia, que además es gratuito. En el mismo compiten equipos de barrios, villas, clubes, centros vecinales. Si bien participan equipos de niños y niñas, hay más categorías destinadas a los varones. En cuando al AFIN, cuya sigla significa Amigos del Fútbol Infantil, consiste en un torneo en el participan clubes de barrio y escuelitas de fútbol infantil. En los últimos años comenzaron a incorporarse nenas a los planteles de varones, conformando equipos mixtos.

Es importante señalar que el ingreso cada vez más temprano y con mayor naturalidad al fútbol no se dio de manera abrupta, sino que dialoga con avances que fueron aconteciendo en un contexto más amplio. El tono de época de reivindicación de derechos de las mujeres y su inclusión creciente en ámbitos dominantemente masculinos, ha jugado un rol fundamental en la suspensión de los prejuicios personales y del entorno para decidir ser futbolistas.

La elección de algunas niñas para iniciarse tempranamente en el fútbol ya presenta un cambio en las representaciones sociales que giran en torno a esta práctica. Lo que fue apareciendo como pequeñas rupturas es la utilización de diferentes tácticas (De Certeau, 2000) para aprovechar los intersticios que se van dejando y que se pueden ocupar por parte de las actoras.

Menina Futebol
Fonte: reprodução Youtube

Inicialmente, ante la ausencia de Escuelitas de Fútbol e inferiores, algunos clubes optaron por habilitar espacios de entrenamientos para las nenas a la espera de un torneo que les permita jugar, aunque la apertura dependía de la buena voluntad de quienes estaban al frente.  

Otra táctica fue (y en algunos casos sigue siendo) la incorporación de las nenas de hasta 12 años en la categoría sub 18. De acuerdo a los planteles que se enfrente, se podía ir sumando jugadoras de menor edad en esta categoría. Esto, si bien fue permitiendo la visibilización de las pequeñas jugadoras en torneos oficiales a fin de pelear por la incorporación de más categorías, también podía implicar ciertos riesgos, en tanto la diferencia física y la preparación entre jugadoras de 12 y 18 años resulta significativa. Al respecto, una de nuestras interlocutoras manifestaba cómo esa diferencia muchas veces generó frustración en su proceso formativo, puesto que pese a su esfuerzo por mejorar no podía equiparar a las jugadoras más grandes.

Desde el 2019 en adelante, algunos clubes se vieron interpelados por el movimiento de las chicas y empezaron a generar escuelitas de fútbol para nenas a partir de los 4 años, tal como sucede con los varones. Uno de los clubes pioneros fue Central Norte, seguidos por Popeye, Pellegrini, recientemente Atlas, entre otros. Además, vale decir que a partir desde el 2021 se incorporó por primera vez el torneo sub 14, y desde este año, la categoría sub 10.

Sumado a las experiencias de las jugadoras, en las observaciones de campo, también fuimos identificando un rol diferente de las familias en las elecciones de sus hijas[1]: no desde el lugar de la imposición, sino del acompañamiento, lo que comienza a deconstruir la idea del fútbol como una opción solamente de los varones.

En definitiva, cuando indagamos en cuáles han sido los principales logros de los feminismos en el fútbol, para el caso de Salta, se encuentra a nivel del acceso: la ruptura del mandato ha incidido en cierta transformación del estereotipo y, por lo tanto, en la apertura institucional.

Sin dudas, el presente da cuenta de situaciones que van desde la presencia creciente de niñas y adolescentes jugando en equipos de varones hasta la generación de escuelitas de fútbol para nenas. Esto, además, se enmarca también en decisiones políticas del Estado Nacional en el apoyo y promoción de programas que buscan comenzar a problematizar la configuración histórica de los deportes. Sin embargo, pese a este escenario de conquistas en plena dinámica, los instituidos aún permanecen. Aunque no aconteció en nuestro caso analizado, podemos persisten situaciones de diferentes niñas que ven obstaculizada su posibilidad de jugar en ligas oficiales por su condición de género. Bajo las consignas #DejenJugarA… se realizan campañas virales, acompañadas de denuncias al INADI por la discriminación que sufren las futbolistas quienes, en pleno 2023, aún no pueden concretar sus deseos de compartir cancha por los puntos, con sus compañeros con quienes entrenan de lunes a viernes. ¿Se puede seguir vulnerando el derecho al juego de las infancias y adolescencias por una normativa surgida en otro contexto? ¿Quién valida esas limitaciones? Las marcas de la exclusión en las infancias puede que lleve a la lucha a largo plazo hasta lograr transformaciones de fondo, pero también puede suceder que se abandone el deseo ante el hartazgo de respuestas adultocéntricas que anulan sus experiencias, anhelos y proyectos en torno al fútbol. Que prueba más precisa, de la construcción generizada de esta práctica, que algunxs tenga dadas sus oportunidades mientras otrxs deben seguir batallando para conquistarlas.

Nota

[1] Los cambios culturales puedo notarlo incluso en mi propia experiencia familiar. Mientras realizaba la etapa de escritura de la tesis mi hija decidió jugar al fútbol. Los horarios me dificultaban llevarla a uno de los dos días de entrenamiento, con lo cual su abuelo (mi papá) se comprometió en la tarea de retirarla cada jueves de mi casa para que pudiera ir a la escuelita de fútbol. Esto implicaba cruzarse toda la ciudad de sur a norte, acompañarla una hora bajo sol, frío o lluvia y traerla a casa. Pero había en él un orgullo por su nieta futbolista. Después de algunos meses, ella se aburrió y decidió cambiar de actividad. Sin embargo, lo que sobresale del relato es el simple hecho de la posibilidad de elegir y, además, de que esa elección sea acompañada.

Bibliografía

Archetti, E. (1985). Fútbol y Ethos. Buenos Aires, Argentina: Flacso.

De Certeau, M. (2000). La invención de lo cotidiano I. Artes del hacer. México: Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.

Diez Mintegui, C. (1996). Deporte y la construcción de las relaciones de géneroRevista Gazeta de Antropología, (12), 1-10.

Ortner, S. (1984). La teoría antropológica desde los años sesenta. Comparative Studies in Society and History, (26), 126-166.

** Este texto não reflete, necessariamente, a opinião do Ludopédio.
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Mariana Ibarra

Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UNSA) y Doctora en Ciencias Sociales. Docente de la Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta. Integrante del Grupo de Trabajo de CLACSO "Deportes, cultura y Sociedad" y del Centro de Investigaciones Sociales y Educativas del Norte Argentino (CISEN).

Como citar

IBARRA, Mariana. “¿Quién dijo que las mujeres no juegan al futbol? “Yo, no”. Nuevas subjetividades en el fútbol local: infancias. Ludopédio, São Paulo, v. 168, n. 13, 2023.
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